Todo cambia nada permanece, lo único constante es el cambio.
El filósofo Heráclito de Éfeso ya lo pensaba en la antigua Grecia, esto no es nuevo. Pero lo que no podemos negar es el miedo que nos producen los cambios. Por pequeños que sean, nos aterran. Deberíamos de dejar de tener miedo y asumir que es algo que irá con nosotros toda la vida. Aceptarlo. Convivir con ello.
En mis casi veinte años de vida he pasado por una serie de cambios, como la gran mayoría ¿no?
Veinte años dan para muchos cambios.
No quiero quedarme en los cambios físicos, quiero ir más allá. La actitud, aunque de vez en cuando sale de por ahí el pavo de los quince. Se puede decir que hemos pasado de que tomen decisiones por nosotros a decidir por nosotros mismos. Los amigos, si se que todos tenemos a esos amigos de toda la vida, pero algunos se han quedado en el camino, otros continúan con nosotros el vagón y otros se han sumado a tu mismo viaje. Nuestro entorno, ya sea porque te has ido a vivir fuera o porque en tu ciudad han puesto un nuevo semáforo, hay cambio. La forma de ver el mundo, nuestra manera de pensar, cómo afrontamos los problemas y cómo salimos de ellos. Nuestros gustos, desde los musicales o a los gastronómicos. Nuestras costumbres...
Siempre hay algo que nos empuja al cambio...
Gracias por hacerme cambiar.
María
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